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Fragmento de El Régimen I: La Resistencia

  • mauricioiherrera
  • 7 feb 2016
  • 7 Min. de lectura

Les dejo un fragmento del libro en venta, disponible en Amazon :)

"...Ambos bajaron y se sentaron en la pequeña sala que había. La chica tomó una vela de la cocina, encendiéndola con unos fósforos.

-Eso no lo tenías en la mochila –observó Ernesto cuando la flama iluminó la habitación.

-Me lo dio el señor. Me dijo dónde estaban las cosas y, pues, la tomé.

-¿Me podrías explicar cómo fue que se hicieron amigos? Lo último que recuerdo de él fue que lo golpeaste, lo noqueaste y lo amarraste allá arriba.

-Bien, pues resultó que “cuerdo” no es tan mala persona. Me estuvo platicando toda su vida, y vaya que tiene motivos para hacerse la víctima, y aún así aquí sigue, como todos. Queriendo que el país salga adelante, muy a su estilo, claro.

-Entonces, ¿no nos hará daño?

-Pues me imagino que no, aun así no quiero darle la suficiente confianza.

-Por lo tanto supongo que te pasaste toda la noche hablando con él.

-Y cuidándote –apuntó.

Ernesto sonrió.

-¿Con qué soñabas, por cierto? –le preguntó ella.

Recordaba bien los detalles del sueño, mas no quiso ser tan directo.

-Pues, soñaba… cosas… A mis papás, los trajeados. Cosas que, la verdad, no quisiera hablar. ¿Cómo sabes del sueño?

-Porque más bien estabas delirando y me contaste todo.

El chico frunció los labios en una sonrisa forzada.

-Hablando de contar todo, ¿ya me dirás lo que pasa? –le preguntó a ella.

-¿Pasa? ¿De qué? –ignoró.

-¡De todo! ¿Por qué nos persiguen? ¿Por qué yo? ¿Por qué mis papás? ¿Qué es lo que sucede? ¡TODO! –el chico parecía que empezaba a irritarse-. Desde lo sucedido en la mañana de hoy o ayer, no me importa, no me has dicho nada. No sé cómo es que todo se ha dado y qué es lo que está pasando. De un momento a otro mi vida pasó de ser segura a incierta. Ni siquiera sé si las probabilidades de estar vivo mañana sean altas.

-¿Probabilidades? –se burló ella-. Para ser un simple chamaquito eres muy meticuloso, por lo visto.

-No te burles. Quiero respuestas –le objetó-. Para empezar, tu nombre, y tu nombre real, no el que uses para identificaciones falsas, Patricia.

La chica exhaló profundamente.

-Jennifer –dijo-. Jennifer Illescas.

-Bien, pues yo soy Ernes…

-Ernesto Palacios –completó-. Hijo de Pedro y Regina. Nacido en Mérida pero viviendo en Tampico. Diecisiete años. Tercer año de preparatoria. Tipo de Sangre A positivo. Alergia a la Nimesulida.

El chico se quedó helado.

-¿Cómo sabes esas cosas?

-Bueno, cuando me mandaron por ti me dieron una lista con tus datos más relevantes; datos que nos fueran útiles en un futuro, por cualquier cosa.

-¿Quién te la dio? ¿El sujeto del computador?

-Si te refieres a Mondragón, entonces sí, fue él.

-¿Mondragón?

-David Eduardo Mondragón de Sanz. Es uno de los máximos poderes en la resistencia. Líder del área Noreste. Jefe del Cuartel Beta.

-¿La resistencia? Te refieres a la resistencia como la de Polonia o China. ¿Existe una resistencia mexicana?

-Así es.

-¿Y tienen todos mis datos? ¿La resistencia sabe que existo?

-Sí.

El muchacho se quedó sin palabras. Aunque sabía de los movimientos que se levantaban en otros países contra el régimen mundial, y la presencia de inconformidades en el gobierno, nunca se imaginó que en México se estuviera desarrollando un problema así. Entonces recordó a sus padres huyendo, el repentino aviso de su tía y todos los sucesos; definitivamente sus padres estaban involucrados en algo.

-¿Y mis padres qué tienen que ver con todo esto?

-Tus padres son agentes de alto rango en la resistencia.

Ahora las cosas comenzaban a tomar sentido.

-¿Agentes? ¿Cómo tú?

Ella pareció molestarse con el comentario.

-No, no como yo –vaciló-, eh… de un rango mayor. Y además tus padres eran agentes secretos de los más importantes.

-¿Pero cómo? Ellos no pueden estar en la resistencia porque trabajaban en el ayuntamiento, o sea, en el gobierno. No podrían traicionarlo.

-Por eso mismo, tus padres eran espías, espías de la resistencia que obtienen información. No sabemos aún cómo, pero suponemos que el gobierno se dio cuenta de lo que ellos hacían, junto con los demás. Salazar, Vega, Susana, todos fueron tomados junto con tus padres y todos ellos…

-Trabajaban involucrados en el gobierno –finalizó Ernesto. -¿Qué fue lo que le ocurrió a mi tía?

-¿Cuál tía?

-Susana.

-¿Es tu tía? Ni idea –se sorprendió Jennifer-. Pero por lo que sé, ocurrió igual que con tus padres. A diferencia tuya, los hijos de Susana también fueron detenidos por el gobierno.

-¿Mis primos estaban dentro de la resistencia?

-Sólo el mayor: Pablo. No era específicamente un agente, ni siquiera un soldado o persona de apoyo, pero estaba al tanto de la situación, había recibido cierto entrenamiento y apoyaba la causa.

-¿Y por qué nos quieren a los demás? No hemos hecho nada, al menos yo no.

-No has hecho nada, definitivamente –dijo con cierto tono irónico-. Pero ser hijo de los mejores agentes secretos de la resistencia te pone en peligro a ti y a los planes del gobierno.

-¿SUS PLANES? ¿Yo qué, putas, iba a saber de sus planes?

-Piensa con lógica. Si descubrieras de repente que dos de tus trabajadores sacan información para destruir tu empresa, sin saber qué información y cómo, cuándo, dónde y para qué, ¿confiarías en sus familias y amigos? –ella suspiró-. La guerra es un negocio, muchacho, y tú, quieras o no, tienes acciones en la competencia. El gobierno está tan enterado como tú de lo que hicieron tus padres. Tienen miedo, y no se van a arriesgar a que les quiten más poder por el simple hecho de ignorarte. Ellos no saben si tú estás o no involucrado, si fuiste partícipe o si tienes conocimientos sobre ellos y la resistencia, pero no se van a arriesgar a ignorarte cuando eres la persona más cercana a ambos.

-Me quieren muerto…

-Tal vez no muerto, pero sí vigilado y sacarte toda la información posible que tengas.

-Apuesto a que sé mucho menos que ellos.

-Pero ellos no lo saben, y mientras no te tengan en su poder vas a ser una amenaza.

Ernesto comenzó a caminar por los alrededores, agarrándose el cabello, realmente no le entraba la idea de que sus padres eran “agentes secretos de la resistencia mexicana”. Tal vez sí, pasaban mucho tiempo fuera, y a veces tenían que viajar de repente, se perdían varios días y regresaban cansados. Viajes de negocios, decían ellos.

-¿A qué se dedicaban mis padres? –preguntó él.

-Como ya te mencioné eran espías secretos de alto rango –le respondió la chica.

-No, no, no, me refiero a sus funciones específicas dentro de la resistencia.

-Bueno, lo principal que hacían era filtrar la información de los movimientos. Tu padre era secretario de gobernación, la mano derecha del alcalde, por medio de él teníamos idea de lo que ocurría en el gobierno de Tampico pero también nos enterábamos de los planes gubernamentales de todo Tamaulipas y algunas veces de México. También estaba muy asociado con todo el personal, podía enterarse de cosas que ni siquiera el mismo alcalde sabía y, en cierto punto, gracias a su información, manipulábamos las cosas a nuestro favor.

-Hasta donde sé, el alcalde lo consideraba uno de sus mejores amigos.

-Sí, qué trágico que haya resultado ser un hipócrita, ¿no crees?

Ernesto se enfureció de repente.

-¡¿UN HIPÓCRITA?!

-Tranquilo, sólo es una manera de decir que estaba de lado de nosotros –se excusó la agente con un movimiento de manos, sin darle mucha importancia.

Ernesto la miró fijamente. El comentario le había resultado desagradable. De cierta manera ella tenía razón, al menos quería pensar que si su padre era un hipócrita, era un hipócrita para el bien. Se tranquilizó.

-¿Y mi mamá?

-Regina estaba como secretaria de economía, así que igual sabíamos todas las tranzas que el gobierno hace en cuestiones monetarias.

-¿Y mis tíos?

-Estaban involucrados, pero en los gobiernos de Madero y Altamira. Con ellos podíamos tener una vasta cantidad de información de toda la zona sin, ni siquiera, mover un dedo. Todo nos llegaba al cuartel.

-¿El cuartel? ¿Qué y dónde es eso?

-A las afueras de Ciudad Victoria. El cuartel es el refugio para todos los miembros de la resistencia. Tanto para gente que apoya formalmente a la causa como para aquellos que buscan protección del gobierno. Al mismo tiempo, es la central desde donde se planea todo el movimiento, y nuestro cuartel es la sede del grupo en el noreste del país.

-Ahí es a donde se suponía que iríamos, ¿no?

-Así es, pero ahora con todo lo ocurrido no nos va a ser fácil. He hablado con mi jefe y dijo que mandaría a alguien por nosotros. Ya conoce nuestra localización, así que sólo es cuestión de esperar.

-¿Y quién vendrá?

-No sé todo, Ernesto –replicó ella un tanto malhumorada. Tomo aire y guardó paciencia-. Disculpa, pero estoy muy alterada. Nunca había estado en esta clase de situación, y con tanta gente a nuestras espaldas es difícil concentrarme.

Ernesto guardó silencio, meditando las palabras. No quería saber más aunque las cosas se le revolvían en su mente. Al final de cuenta, supuso que habría algún momento para volver al cuestionamiento y, si era posible, rescatar a sus padres.

-¿Quiénes eran esos hombres con traje? No parecían policías.

-Son hombres del Equipo Secreto Nacional de Seguridad Privada. Se podría decir que es la policía personal del presidente, una copia pirata del FBI a nivel mexicano. A diferencia, son toda una organización con unas jerarquías muy similares a las de la resistencia. Trabajan directamente para funcionarios de alto prestigio en apoyo al gobierno del país y son tan exclusivos que únicamente se usan para acontecimientos realmente peligrosos a la nación.

-Entonces sí hemos hecho algo muy severo como para que ellos nos busquen.

-El régimen detesta a las resistencias y México no es la excepción. El Equipo Secreto nos ha estado causando más problemas de los que creíamos y han logrado interferir con algunas misiones especiales. El hecho de que tus padres y los demás hayan burlado la seguridad y consiguieran tan importante información directamente desde el ayuntamiento fue un gran golpe en la cara del presidente. Luego, dos muchachos logran escapar aún con esa información y, posiblemente, asesinar a cuatro de sus profesionales agentes. ¿Cómo crees que se sienta el gobierno?

El chico guardó silencio, tomando el computador, observándolo fijamente. No sabía qué era lo que contenía, pero fuera lo que fuera, era muy valioso; tanto como para que unos hombres arriesgaran sus vidas por él.

-Gracias –dijo finalmente el muchacho.

Jennifer se quedó desconcertada.

-¿De qué?

-Por salvarme la vida. Aún no tengo idea de qué es lo que está pasando, pero me salvaste de quedarme abandonado a mi suerte en la casa, me cubriste de los disparos, fuiste por mí cuando me acorralaron, y hasta me cuidaste cuando enfermé. Creo que un “gracias” es lo menos que podría decirte. Aunque no te conozco, lo que has hecho por mí en estas últimas horas han hecho que me tengas atado a un favor que, a la mejor, nunca podré compensarte. Te agradezco mucho y estoy contigo pase lo que pase.

Ella asintió.

-De alguna u otra forma, te ayudaré a encontrar a tus padres..."


 
 
 

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